Una historia que encontré en un blog y que nos puede servir de mucho, porque aunque te digan que no para aquello de lo que estás convencido, dejarlo significa abandonar tus sueños y a la vez abandonar un poco de tí mismo.
Una joven tomó clases de ballet
durante su infancia y decidió que era el momento de convertir su pasatiempo en
un una profesión; deseaba ser la mejor bailarina pero tenía que demostrar su
talento.
Cuando llegó al teatro, en una
gran ciudad donde se realizarían las evaluaciones de ballet, fue a los
camerinos antes de iniciar la prueba y habló con el Director: “Quisiera llegar
a ser una gran bailarina, pero no se si tengo el talento necesario” , le dijo…
“Dame una demostración de lo que puedes hacer”, respondió el maestro.
Transcurridos cinco minutos la
interrumpió, y moviendo la cabeza en señal de desaprobación le dijo: “No, no
tiene lo necesario para ser bailarina”.
La joven llegó a su casa con el corazón
roto; arrojó las zapatillas en un armario y nunca las volvió a usar. Al paso de
los años se casó, tuvo hijos y tomó un empleo en un supermercado. Años después
asistió a una función de ballet y en la salida se encontró con el Director que
alguna vez la examinó. Ella le recordó su charla y le mostró fotos de sus hijos
y platicó un poco de su vida, para luego decirle: “Hay algo que nunca entendí;
¿Cómo supo tan rápido que no tenía dotes de bailarina?”…
El Director respondió: “No lo
supe; tan solo le dije lo mismo que le digo a todas”… “¡Pero eso es
imperdonable!, le reclamó la mujer. Pude haber sido la mejor bailarina; usted
arruinó mi vida”… El maestro respondió: “No lo creo; si hubieras tenido los
dotes necesarios y una verdadera vocación para bailar no habrías prestado tanta
importancia a lo que te dije; y te habrías esforzado mas aún para mejorar día a
día”.
Nunca podremos vencer cuando
desde un principio nos sentimos derrotados, en la vida no solo el valiente o el
veloz o el fuerte triunfan, tarde o temprano solo quien cree en sí mismo y
nunca se da por vencido es quien vence ante todas las adversidades.
Francisco Javier