20 de abril de 2011

DOS SONETOS A LA AVARICIA


I

Lo comprobaron un día
cual final premonitorio
que el muerto en el crematorio
por más intentos, no ardía.

De la fortuna que amasa
pendiente está gran herencia
y deciden con vehemencia
llevarlo de nuevo a casa.

El más ambicioso sabe
que con un muerto tan vivo
no hay manera de heredar.

Y para que esto se acabe,
hay un plan alternativo
 pues no sabía nadar.

 II

Y le arrojaron al mar
porque nadar no sabía,
el finado no se hundía,
y la herencia sin cobrar.

De esa forma se pensaba
que era manera mejor
hundir al expropiador
si a una piedra se le ataba

Comenzaron la tarea
insistiendo sin reparo.
Pero el problema cubierto

nunca nos escamotea
en aclarar que el avaro
siempre es el vivo, no el muerto


Sonetos extraídos de    AUTOBIOGRAFIA PARTICULAR (Y otras historias)



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