20 de mayo de 2012

El visionario Don Gil... y pollas.

Cada uno tenemos nuestro gilipollas de cabecera, todos tenemos uno, nuestro gilipollas, aunque algunos ván más allá y no solo lo tienen sino que además lo son, esta reflexión me vino a la mente despues de analizar ligeramente a la gente que está de adorno en este mundo para que parezca mundo.  Que esto es una gilipollez, ya lo sé, pero siempre viste mejor una calle llena de gilipollas que una calle desierta o escasa de estos.

Me refiero a la calle de Gil Imón que hace travesaño entre el Paseo Imperial y la Ronda de Segovia. y de donde procede el castizo origen del término “gilipollas”

No sólo nos fijaremos en su ubicación, que también, sino en la repercusión que tuvo la composición de las palabras que la componen, así que haciendo un poco de historia cabe recordar que don Gil Imón de la Mota fue fiscal del Consejo de la Hacienda en tiempos del rey Felipe III.    Ya por entonces eran muy habituales los bailes a los que acudía la alta sociedad, en concreto las mozas casaderas en busca de un joven apuesto que las desposara.   A las muchachas de entonces se las conocía como “pollas”, apelativo que recoge el Diccionario de la RAE.  Profundizando en el hecho habría que aclarar que Don Gil tenía tres hijas en edad de merecer. Las chicas no eran muy agraciadas que se diga y además tampoco destacaban por ser resueltas, más bien todo lo contrario, siendo incluso algo tontuelas. Pero el regidor las llevaba a todos los actos públicos a los que acudía. Tanto, que se hizo famosa la pregunta: “¿Ha llegado ya D. Gil?” A lo que se respondía: “Sí, ha llegado con sus pollas”.  Las jóvenes esperaban que algún día algún apuesto caballero se les acercara, pero eso nunca ocurría. La insistencia de esta costumbre dio lugar a la asociación mental de D. Gil y sus pollas con el significado de tonto. Y así surgió esta palabra: gilipollas.  Por eso podemos decir que tiene su origen en el Madrid más castizo y que desde aquí se exportó hasta llegar a incluirse en la DRAE y a aplicarse a tanta gente que hoy pasea con desvergüenza el insigne honor de ostentar semejante título con la mayor naturalidad que su menguado cerebro le otorga.

En resumidas cuentas y después de esta breve descripción he llegado a la conclusión de que don Gil no era tan gilipollas, era un visionario de la época...

Y tú...  ¿Has escogido ya a tu gilipollas de cabecera?



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