10 de enero de 2012

En blanco y negro

Mamadou era negro y yo por entonces era blanco pero no nos dábamos cuenta, ignorábamos nuestra condición hasta el punto de no tener que valorar ningún color a la hora de compartir nuestros comentarios y vivencias, yo no me veo como negro hermano –me decía- me veo como uno más y aunque sé que los demás no me ven de esa manera no quiero dejar de pensar así, hay cosas más importantes que el color de nuestra piel y eso es lo que verdaderamente importa, es lo que hay que olvidar y aunque el color de la piel está siempre presente tanto en nosotros como en algunos no puede tener más importancia que los hechos y las ilusiones a las que nos entregamos sin preguntar nada, no es que debamos olvidarlo, es que es el color el que nos olvida a nosotros y nos permite poder llegar a ser como somos.  No podemos dejar de ser un producto sobrante de nuestro oculto pasado, es más somos el resultado del producto de la suma de muchos pasados enlazados en la memoria de los tiempos, muchas vidas anteriores hilvanadas finamente con nuestro pasado y eso nos marca hermano, eso deja huella en nosotros aunque nosotros nos esforcemos por eliminar todas las huellas que vamos dejando en nuestro camino para poder vivir sin condicionamientos ni feroces ataduras  para disfrutar del presente, pero eso es imposible, siempre hay algo que renace a nuestro paso y que nos dirige como autómatas hacia adelante sin la posibilidad de poner resistencia alguna a caminos que nosotros no hemos elegido.



No hay comentarios:

Publicar un comentario