5 de febrero de 2012

Aún tiene que llover a cántaros.

Cuando era jóven, es decir más jóven que ahora, había una canción de Pablo Guerrero cuya letra encandilaba nuestras jóvenes conciencias revolucionarias, para ser sincero había muchas canciones en aquél tiempo, pero era ésta y aunque  posiblemente el autor no escribió la canción con ninguna idea de mover el mundo, el resultado fué llegar a desembocar en todo lo contrario de lo que pensaba y los efectos alcanzados resultaron ser también todo lo contrario a la quizás inicial idea del autor, la idea de escribir sólamente una canción.   Todos pensábamos que tenía que llover a cántaros aunque aún presos de nuestra ignorancia todavía nos preguntábamos por qué tenía que llover tanto, nuestra juventud nos llevaba a mezclar el sentido figurado con la lluvia torrencial cosa que sin preguntarnos ni analizarla se entendía perfectamente, pero todo tiene su significado, aunque a esa pregunta se tenga que dar respuesta cuando han pasado ya demasiados años para encontrarla. Tenía que llover a cántaros significaba algo así como el advenimiento de un nuevo diluvio universal pero esta vez visto desde la perspectiva revolucionaria, que las aguas barrieran de golpe toda la inmundicia política y humana que sin querer y casi sin llegarla a entender nos envolvía. Ttiene que llover a cántaros haciendo viva la metáfora de tanta frustración acumulada por la impotencia interna de no ver ni la más mínima posibilidad de alcanzar por lo menos una vida más justa y tranquila.  Eran tantas las injusticias que se vivían que desgraciadamente eran consideradas como una parte natural de la vida, teníamos que vivir y aceptar toda esa marabunta de hechos que nos indignaban como normales en nuestro pensamiento.   Nunca quise pensar así, y como yo, seguramente que bastantes personas más hasta que hoy incluso llego a seguir pensando que aún no ha llovido lo suficiente, que los cántaros eran demasiado pequeños como para llevarse en sus desbordamientos toda aquella acumulación de odios y venganzas arraigadas en nosotros desde hace tantos siglos.  Tendría que haber estado lloviendo a cántaros la mayoría de los años de nuestra vida, pues tantos años de opresión no se lavan con un solo agua, se necesitan muchas más, mientras que y continuando con otra canción de Pablo Guerrero que en una de sus estrofas sabiamente nos dice que seguimos bailando como un pez en la mano o un papel en el fuego.

A CANTAROS (Pablo Guerrero)
Tú y yo, muchacha, estamos hechos de nubes
pero ¿quién nos ata?
Dame la mano y vamos a sentarnos
bajo cualquier estatua
que es tiempo de vivir y de soñar y de creer
que tiene que llover
a cántaros.
Estamos amasados con libertad, muchacha,
pero ¿quién nos ata?
Tu en tu barro dispuesto, elegido tu sitio,
preparada tu marcha.
Hay que doler de la vida hasta creer
que tiene que llover
a cántaros.
Ellos seguirán dormidos
en sus cuentas corrientes de seguridad.
Planearán vender la vida y  la muerte y la paz.
¿Le pongo diez metros, en cómodos plazos, de felicidad?
Pero tú y yo sabemos que hay señales que anuncian
que la siesta se acaba
y que una lluvia fuerte, sin bioencimas, claro,
limpiará nuestra casa.
Hay que doler de la vida, hasta creer,
que tiene que llover
a cántaros.


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